Un documento de trabajo de la Compañía de Jesús en Iberoamérica.
(Vale la pena leer con atención el extenso documento, del que se han sacado las siguientes ideas)
Neoliberalismo
en América Latina
El
texto presenta elementos conceptuales del neoliberalismo y de la
concepción del ser humano que conlleva. Muestra luego los
efectos del neoliberalismo sobre los pobres y sobre el bien común de la
sociedad y concluye sugiriendo líneas de estudio y acción.
En
la década de los años 80, el proceso de ajuste necesario, golpeó
tremendamente a las mayorías populares . Después, en los años
90, a pesar de que efectivamente se ha dado un crecimiento económico
moderado. ha aumentado la protesta ciudadana y en algunos lugares ha
vuelto a aparecer con fuerza la lucha armada. La desigualdad, la miseria y la
corrupción, que son los tres grandes motivos del descontento general están
presentes, y en no pocos aspectos se han agravado. Y en los últimos años
esta situación tiene detrás una manera de hacer economía llamada neoliberalismo
que además penetra la política y toda la vida social.
Aproximación
conceptual al neoliberalismo. El neoliberalismo, tal como se entiende en
América Latina, es una concepción radical del capitalismo que tiende a
absolutizar el mercado. Este mercado absoluto no acepta regulación en
ningún campo. Oponerse al neoliberalismo no significa estar en
contra de la utilización eficiente de los recursos de que dispone la sociedad,
no significa delimitar la libertad individual, no significa apoyar el
socialismo de Estado. Oponerse al neoliberalismo significa afirmar
que el hombre y la mujer son irreductibles al mercado, al Estado o a
cualquier otro poder o institución; y significa denunciar las
ideologías totalitarias, porque cuando éstas se han impuesto, el resultado ha
sido la injusticia, la exclusión y la violencia.
El
neoliberalismo, tiende a valorar al ser humano únicamente por la capacidad
de generar ingresos y tener éxito en los mercados, y llega hasta los
últimos reductos de las comunidades destruyendo la solidaridad y
desatando la violencia.
En
el contexto de la radicalización neoliberal, se desata la carrera por
poseer y consumir, se exacerba el individualismo y la competencia, y
lleva al olvido de la comunidad, produciendo la destrucción de la integridad de
la creación. Las políticas neoliberales restringen la intervención del
Estado hasta despojarlo de la responsabilidad de garantizar los bienes mínimos. Eliminan
los programas generales de creación de oportunidadesy los sustituyen por apoyos
ocasionales a grupos focalizados. Privatizan empresas con el criterio de
que la administración privada es mejor. Abren sin restricciones las
fronteras para mercancías, capitales y flujos financieros y dejan sin
suficiente protección a los productores más pequeños y débiles. Hacen
silencio sobre el problema de la deuda externa cuyo pago obliga a recortar
drásticamente la inversión social. Subordinan la complejidad de la
hacienda pública al ajuste de las variables macroeconómicas, sin atender
los nuevos problemas de la población que emergen de estos ajustes.
Insisten
en que estos ajustes producirán un crecimiento que elevará los niveles de
ingreso y resolverá la situación de los desfavorecidos. Para incentivar la inversión
privada, eliminan los obstáculos que podrían imponer las legislaciones que
protegen a los obreros. Liberan de impuestos y de las obligaciones con el
medio ambiente a grupos poderosos, y los protegen para acelerar el proceso de
industrialización, y así provocan una concentración todavía mayor de la
riqueza y el poder económico.
Estas
medidas de ajuste han tenido aportes positivos, como la contribución de los
mecanismos de mercado para elevar la oferta de bienes de mejor calidad y
precios, la reducción de la inflación en todo el continente, el quitar a los
Gobiernos tareas que no les competen para darles oportunidad de dedicarse, si
quieren, al bien común, la conciencia generalizada de austeridad fiscal que
lleva a utilizar mejor los recursos públicos, y el avance de las relaciones
comerciales entre nuestras naciones. Pero estos elementos están lejos de
compensar los inmensos desequilibrios y perturbaciones que causa el
neoliberalismo en términos de multiplicación de masas urbanas sin trabajo o que
subsisten en empleos inestables y poco productivos, quiebras de miles de
pequeñas y medianas empresas; destrucción y desplazamiento forzado de
poblaciones indígenas y campesinas; expansión del narcotráfico basado en
sectores rurales cuyos productos tradicionales quedan fuera de la competencia;
desaparición de la seguridad alimentaria; aumento de la criminalidad empujada
no pocas veces por el hambre; desestabilización de las economías nacionales por
los flujos libres de la especulación internacional; desajustes en comunidades
locales por proyectos de multinacionales que pr escinden de los pobladores.
El
neoliberalismo, al oponerse a la intervención redistributiva del Estado,
perpetúa la desigualdad, introduce el criterio de que solamente el mercado
posee la virtud de asignar eficientemente los recursos y deja de lado
intentos por la democratización de la propiedad accionaria o la reforma agraria
integral.
Estamos
peligrosamente empujados por una cultura que radicaliza la ambición por poseer,
acumular y consumir, aparecen la inestabilidad de las familias, las
múltiples y crecientes formas de violencia, la discriminación contra la mujer,
la destrucción del medio ambiente, la manipulación de los individuos por los
medios de comunicación, hostigamiento al campesinado y las comunidades
indígenas, el crecimiento de ciudades inhóspitas, la pérdida de legitimidad de
los partidos políticos, la corrupción de los dirigentes, la privatización del
Estado por grupos con poder económico, la pérdida de gobernabilidad del aparato
estatal, la penetración de consumos alienantes como la droga y la pornografía,
la complejidad de procesos de secularización y de búsquedas espirituales que
prescinden del compromiso comunitario y de la práctica de la solidaridad. El
neoliberalismo exacerba esta crisis al llevar a la desaparición del bien común
como objetivo central de la política y la economía.
Ademas
de entender a fondo el neoliberalismo y las dinámicas sociales concomitantes...
Tenemos
una tarea pedagógica inmensa: En un contexto donde desaparece el horizonte del
bien común y cada uno busca su propio provecho en el mercado, la exclusión
social se profundiza.
Hay
que emprender una esfuerzo educativo formal e informal para transformar las
instituciones, empresas y proyectos excluyentes, las políticas de la exclusión,
y a los hombres y mujeres que son actores de exclusión, muchas veces sin
conciencia de ello.
Tenemos
que empezar por examinarnos a nosotros mismos, nuestras preferencias y los
grupos que frecuentamos. Nosotros también podemos ser parte de la dinámica de
la exclusión. Y también hay que propiciar cambios en los excluidos, porque
ellos a su vez son muchas veces la contraparte del tipo de sociedad nacional e
internacional que hemos creado.
El
desafío está en partir de los que han sido dejados fuera y desde allí, al lado
de los pobres y caminando con ellos, proponer para todos la más inclusiva o
incluyente de las sociedades posibles y viables. Por eso esta tarea llama a una
transformación estructural de nuestras sociedades que va más allá de la
resistencia a los elementos perturbadores del neoliberalismo. No se trata de
incluir a los excluidos, en sistemas que son aparatos de generar exclusión. Se
trata de un trabajo paulatino y paciente por crear la sociedad solidaria que no
existe.
Siempre los hombres y mujeres estarán amenazados por la codicia de la riqueza, por la ambición de poder y por la búsqueda insaciable de satisfacciones sensibles. Hoy esta amenaza se concreta en el neoliberalismo, mañana encontrará otras expresiones ideológicas y aparecerán otros ídolos. Nosotros hemos sido llamados en la Iglesia para contribuir a la liberación de nuestros hermanos y hermanas del desorden humano y vamos a permanecer allí, en esta tarea al servicio de todos, situándonos al lado de nuestros amigos lo pobres porque desde allí lo hizo nuestro amigo, el Señor Jesús (CG34, 2,9).
Texto completo: Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/relat/171.htm
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