jueves, 4 de abril de 2013

Carta de los Provinciales jesuitas.

Carta de los Provinciales jesuitas de Latinoamérica.
(Esta carta recoge las conclusiones bosquejadas en el documento de trabajo anterior. Aquí se recogen algunas de sus ideas)

Queremos profundizar nuestra misión fe-justicia y compartir, algunas reflexiones sobre el llamado neoliberalismo en nuestros países. Nos resistimos a aceptar tranquilamente que las medidas económicas aplicadas en los últimos años en todos los países latinoamericanos y del Caribe sean la única manera posible de orientar la economía, y que el empobrecimiento de millones de latinoamericanos sea un costo irremediable de un futuro crecimiento. Detrás de estas medidas económicas existe una estrategia política, subyacen una concepción de la persona humana y una cultura, que es necesario discernir desde nuestros propios modelos de la sociedad a la que aspiramos y por la que trabajamos al lado de tantos hombres y mujeres movidos por la esperanza de vivir y de dejar a las futuras generaciones una sociedad más justa y más humana.

Estas consideraciones no pretenden ser el análisis científico de un asunto complejo, que requiere investigación desde muchas disciplinas. Son solamente reflexiones que encontramos pertinentes, sobre las consecuencias y criterios del neoliberalismo y sobre las características de la sociedad que anhelamos. Los comportamientos económicos y políticos a los que nos referimos reflejan, en el ámbito de lo público, los límites y contravalores de una cultura fundada en una concepción de la persona y de la sociedad humana, ajena al ideal cristiano.

Actualmente, en contraste con la década pasada, la economía de la mayoría de nuestros países ha vuelto a crecer. Este auge material, que podría abrir esperanzas para todos, deja sin embargo a multitudes en la pobreza, sin posibilidad de participar en la construcción del destino común; amenaza la identidad cultural, y destruye los recursos natura les.

Las dinámicas económicas que producen estos efectos perversos tienden a transformarse en ideologías y a absolutizar ciertos conceptos: El mercado, por ejemplo, de un instrumento útil y hasta necesario para elevar y mejorar la oferta y reducir los precios, pasa a ser el medio, el método y el fin que gobierna las relaciones de los seres humanos. Para lograrlo, se generalizan en el Continente las medidas conocidas como neoliberales. Las medidas neoliberales…
- Ponen el crecimiento económico -y no la plenitud de todos los hombres y mujeres en armonía con la creación- como razón de ser de la economía.
-Restringen la intervención del Estado, hasta despojarlo de responsabilidades por los bienes mínimos que merece todo ciudadano por el hecho ser persona.
-Eliminan los programas generales de creación de oportunidades para todos, y los sustituyen por apoyos ocasionales a grupos determinados.
-Privatizan empresas, con el criterio de que en todos los casos el Estado es mal administrador.
-Abren sin restricciones las fronteras a mercancías, capitales y flujos financieros, y dejan sin suficiente protección a los productores más pequeños y débiles.
-Hacen silencio sobre el problema de la deuda externa, cuyo pago obliga a recortar drásticamente la inversión social.
-Subordinan la complejidad de la hacienda pública al ajuste de las variables macroeconómicas: presupuesto fiscal equilibrado, reducción de la inflación y balanza de pagos estable; como si de allí se siguiera todo bien común, y no se generaran nuevos problemas para la población, que tienen que ser atendidos simultáneamente.
-Insisten en que estos ajustes producirán un crecimiento, que, cuando sea voluminoso, elevará los niveles de ingreso y resolverá por rebalse la situación de los desfavorecidos.
-Para dar incentivo a la inversión privada, eliminan los obstáculos que podrían imponer las legislaciones que protegen a los obreros.
-Liberan de impuestos y de obligaciones con el medio ambiente a grupos poderosos, y los protegen, para acelerar el proceso de industrialización; y así provocan una concentración todavía mayor de la riqueza y del poder económico.
-Ponen la actividad política al servicio de esta política económica, con lo que caen en la paradoja de quitar todas las trabas al libre ejercicio del mercado, y, al mismo tiempo, imponer controles políticos y sociales, por ejemplo, a la libre contratación de mano de obra, para garantizar la hegemonía del mercado libre.

Detrás de la racionalidad económica que suele llamarse neoliberal hay una concepción del ser humano que delimita la grandeza del hombre y la mujer a la capacidad de generar ingresos monetarios; exacerba el individualismo y la carrera por ganar y poseer, y lleva fácilmente a atentar contra la integridad de la creación; en muchos casos, desata la codicia, la corrupción y la violencia, y, al generalizase en los grupos sociales, destruye radicalmente la comunidad. De manera general, esta concepción considera normal el que nazcan y mueran en la miseria millones de hombres y mujeres del Continente, incapaces de generar ingresos para comprar una calidad de vida más humana.

Queremos ayudar a construir una realidad más cercana al Reino de justicia, solidaridad y fraternidad del Evangelio, una sociedad justa, donde nadie quede excluido del trabajo y del acceso a bienes fundamentales para la realización personal, como la educación, la nutrición, la salud, el hogar y la seguridad; una sociedad donde todos podamos vivir en familia y mirar al futuro con ilusión, compartir la naturaleza y legar sus maravillas a las generaciones que nos sucederán. Una sociedad atenta a las tradiciones culturales que dieron identidad a los pueblos indígenas; a los pobladores que llegaron de otra parte, y a los afroamericanos y mestizos. Una sociedad sensible a los débiles, a los marginados; una sociedad democrática, construida participativamente al servicio de los intereses generales que importan a todos. Este tipo de sociedad tiene un precio elevado, por los cambios de actitudes, hábitos y valoraciones.

Las tareas necesarias son:
-Acompañar el caminar de las víctimas, desde comunidades de solidaridad; para proteger los derechos de los excluidos, y emprender con ellos, en el diálogo con los sectores que controlan las decisiones, la construcción de la más inclusiva o incluyente d e las sociedades posibles.
-Fortalecer las tradiciones culturales y espirituales de nuestros pueblos, para que se sitúan, desde su propia identidad, en el espacio de las relaciones globalizadas, sin menoscabo de su riqueza simbólica y de su espíritu comunitario.
-Incorporar en el trabajo educativo, que hacemos con muchos otros, el orden de valores necesario para formar personas capaces de preservar la primacía del ser humano en el mundo que compartimos; y dar a los alumnos la preparación requerida para que entiendan la transformación de esta realidad y trabajen en ella.
-Resistir particularmente a la sociedad de consumo y a su ideología de la felicidad basada en la compra sin límite de satisfacciones materiales.
-Comunicar, por todos los medios, los resultados del análisis sobre el neoliberalismo, los valores que deben ser preservados y promovidos y las alternativas posibles.
-Proponer soluciones viables, en los espacios donde se toman las decisiones globales y macroeconómicas.

Trabajaremos por fortalecer el valor de la gratuidad, el sentido de la vida sobria y de la belleza simple; por favorecer el silencio interior y la búsqueda espiritual, y por vigorizar la libertad responsable, que incorpora decididamente la práctica de la solidaridad.
Buscaremos, junto a otros muchos, una comunidad nacional y latinoamericana solidaria, donde la ciencia, la tecnología y los mercados estén al servicio de todas las personas; donde el compromiso con los pobres ponga en evidencia que el trabajo por la plenitud de todos los hombres y mujeres, sin exclusiones, será nuestra contribución, modesta y seria, a la mayor gloria de Dios en la historia y en la creación.
México, D.F., 14 de noviembre de 1996

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