(Esta carta recoge las conclusiones bosquejadas en el documento de
trabajo anterior. Aquí se recogen algunas de sus ideas)
Queremos profundizar
nuestra misión fe-justicia y compartir, algunas reflexiones sobre el llamado neoliberalismo
en nuestros países. Nos
resistimos a aceptar tranquilamente que las medidas económicas aplicadas en los
últimos años en todos los países latinoamericanos y del Caribe sean la única
manera posible de orientar la economía, y que el empobrecimiento de millones de
latinoamericanos sea un costo irremediable de un futuro crecimiento. Detrás de
estas medidas económicas existe una estrategia política, subyacen una
concepción de la persona humana y una cultura, que es necesario discernir desde
nuestros propios modelos de la sociedad a la que aspiramos y por la que
trabajamos al lado de tantos hombres y mujeres movidos por la esperanza de
vivir y de dejar a las futuras generaciones una sociedad más justa y más
humana.
Estas consideraciones
no pretenden ser el análisis científico de un asunto complejo, que requiere investigación
desde muchas disciplinas. Son solamente reflexiones que encontramos pertinentes,
sobre las consecuencias y criterios del neoliberalismo y sobre las
características de la sociedad que anhelamos. Los comportamientos económicos y
políticos a los que nos referimos reflejan, en el ámbito de lo público, los
límites y contravalores de una cultura fundada en una concepción de la persona
y de la sociedad humana, ajena al ideal cristiano.
Actualmente,
en contraste con la década pasada, la economía de la mayoría de nuestros países
ha vuelto a crecer. Este auge material, que podría abrir esperanzas para todos,
deja sin embargo a multitudes en la pobreza, sin posibilidad de participar en
la construcción del destino común; amenaza la identidad cultural, y destruye
los recursos natura les.
Las
dinámicas económicas que producen estos efectos perversos tienden a
transformarse en ideologías y a absolutizar ciertos conceptos: El mercado, por
ejemplo, de un instrumento útil y hasta necesario para elevar y mejorar la
oferta y reducir los precios, pasa a ser el medio, el método y el fin que
gobierna las relaciones de los seres humanos. Para
lograrlo, se generalizan en el Continente las medidas conocidas como
neoliberales. Las medidas
neoliberales…
- Ponen el
crecimiento económico -y no la plenitud de todos los hombres y mujeres en
armonía con la creación- como razón de ser de la economía.
-Restringen
la intervención del Estado, hasta despojarlo de responsabilidades por los
bienes mínimos que merece todo ciudadano por el hecho ser persona.
-Eliminan
los programas generales de creación de oportunidades para todos, y los
sustituyen por apoyos ocasionales a grupos determinados.
-Privatizan
empresas, con el criterio de que en todos los casos el Estado es mal
administrador.
-Abren sin
restricciones las fronteras a mercancías, capitales y flujos financieros, y
dejan sin suficiente protección a los productores más pequeños y débiles.
-Hacen
silencio sobre el problema de la deuda externa, cuyo pago obliga a recortar
drásticamente la inversión social.
-Subordinan
la complejidad de la hacienda pública al ajuste de las variables
macroeconómicas: presupuesto fiscal equilibrado, reducción de la inflación y
balanza de pagos estable; como si de allí se siguiera todo bien común, y no se
generaran nuevos problemas para la población, que tienen que ser atendidos
simultáneamente.
-Insisten en
que estos ajustes producirán un crecimiento, que, cuando sea voluminoso,
elevará los niveles de ingreso y resolverá por rebalse la situación de los
desfavorecidos.
-Para dar
incentivo a la inversión privada, eliminan los obstáculos que podrían imponer
las legislaciones que protegen a los obreros.
-Liberan de
impuestos y de obligaciones con el medio ambiente a grupos poderosos, y los
protegen, para acelerar el proceso de industrialización; y así provocan una
concentración todavía mayor de la riqueza y del poder económico.
-Ponen la
actividad política al servicio de esta política económica, con lo que caen en
la paradoja de quitar todas las trabas al libre ejercicio del mercado, y, al
mismo tiempo, imponer controles políticos y sociales, por ejemplo, a la libre
contratación de mano de obra, para garantizar la hegemonía del mercado libre.
Detrás de la racionalidad económica que suele llamarse neoliberal hay una concepción del ser humano que delimita la grandeza del hombre y la mujer a la capacidad de generar ingresos monetarios; exacerba el individualismo y la carrera por ganar y poseer, y lleva fácilmente a atentar contra la integridad de la creación; en muchos casos, desata la codicia, la corrupción y la violencia, y, al generalizase en los grupos sociales, destruye radicalmente la comunidad. De manera general, esta concepción considera normal el que nazcan y mueran en la miseria millones de hombres y mujeres del Continente, incapaces de generar ingresos para comprar una calidad de vida más humana.
Queremos ayudar
a construir una realidad más cercana al Reino de justicia, solidaridad y
fraternidad del Evangelio, una sociedad justa, donde nadie quede excluido del
trabajo y del acceso a bienes fundamentales para la realización personal, como
la educación, la nutrición, la salud, el hogar y la seguridad; una sociedad donde
todos podamos vivir en familia y mirar al futuro con ilusión, compartir la
naturaleza y legar sus maravillas a las generaciones que nos sucederán. Una
sociedad atenta a las tradiciones culturales que dieron identidad a los pueblos
indígenas; a los pobladores que llegaron de otra parte, y a los afroamericanos
y mestizos. Una sociedad sensible a los débiles, a los marginados; una sociedad
democrática, construida participativamente al servicio de los intereses
generales que importan a todos. Este tipo de sociedad tiene un precio elevado,
por los cambios de actitudes, hábitos y valoraciones.
Las tareas
necesarias son:
-Acompañar
el caminar de las víctimas, desde comunidades de solidaridad; para proteger los
derechos de los excluidos, y emprender con ellos, en el diálogo con los
sectores que controlan las decisiones, la construcción de la más inclusiva o
incluyente d e las sociedades posibles.
-Fortalecer
las tradiciones culturales y espirituales de nuestros pueblos, para que se
sitúan, desde su propia identidad, en el espacio de las relaciones globalizadas,
sin menoscabo de su riqueza simbólica y de su espíritu comunitario.
-Incorporar
en el trabajo educativo, que hacemos con muchos otros, el orden de valores
necesario para formar personas capaces de preservar la primacía del ser humano
en el mundo que compartimos; y dar a los alumnos la preparación requerida para
que entiendan la transformación de esta realidad y trabajen en ella.
-Resistir
particularmente a la sociedad de consumo y a su ideología de la felicidad
basada en la compra sin límite de satisfacciones materiales.
-Comunicar,
por todos los medios, los resultados del análisis sobre el neoliberalismo, los
valores que deben ser preservados y promovidos y las alternativas posibles.
-Proponer
soluciones viables, en los espacios donde se toman las decisiones globales y
macroeconómicas.
Trabajaremos
por fortalecer el valor de la gratuidad, el sentido de la vida sobria y de la
belleza simple; por favorecer el silencio interior y la búsqueda espiritual, y
por vigorizar la libertad responsable, que incorpora decididamente la práctica
de la solidaridad.
Buscaremos, junto
a otros muchos, una comunidad nacional y latinoamericana solidaria, donde la
ciencia, la tecnología y los mercados estén al servicio de todas las personas;
donde el compromiso con los pobres ponga en evidencia que el trabajo por la
plenitud de todos los hombres y mujeres, sin exclusiones, será nuestra
contribución, modesta y seria, a la mayor gloria de Dios en la historia y en la
creación.
México,
D.F., 14 de noviembre de 1996
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